De camino a la Acrópolis podíamos ver la ciudad, una ciudad sucia, pero con muchas cosas interesantes y bonitas para visitar. Paramos para ver el estadio olímpico y seguimos camino de la Acrópolis. Una vez allí, subimos con cuidado por la escaleras ya que nos advirtieron de que resbalaban y gente se podía hacer daño y lo pudimos comprobar. Una vez arriba pudimos contemplar el gran partenón, blanco, rodeado de columnas, y más edificios del estilo, como las cariátides pudimos ver también la piedra del juicio, donde en la antigüedad se realizaban los actos judiciales. Espectacular. Una visitia muy que muy recomendable. Ya de vuelta paramos en el estadio olímpico moderno, plaza syntagma, barrio de la plaka, el parlamento con el cambio de la guardia griega y seguidamente nos fuimos para el barco.
Recomiendo hacer las excursiones por la mañana ya que así se disfruta mucho más el barco, aunque haya que hacer un pequeño sacrificio para madrugar, vale la pena, además se acaba tan agotado y se puede disfrutar de la vida nocturna del barco.
Comimos en el restaurante del barco y fuimos a descansar. En el barco hay múltiples actividades cada día. Cada mañana te dejan encima de la cama un folleto donde se puede encontrar toda la información diaria. Desde la vestimenta de la cena, como el horario de las actividades, hasta la hora del atardecer y el amanecer.
Sobre las 7 de la tarde, el barco enchegó los motores y nos pusimos rumbo a Patmos. El barco ni se movia para nada, tuvimos que preguntar incluso a los tripulantes si el barco estaba parado. Para nada notamos el movimiento del barco y mucho menos nos mareamos. Como cada noche, nos dirigimos al primer turno de la cena y al acabar al espectáculo fuimos a tomar un refresco a la discoteca y después ya nos fuimos a dormir aunque en el barco seguían las actividades.
Estadio olímpico moderno
El partenón
Las cariátides
La piedra del juicio
Cambio de la guardia en la plaza syntagma (frente al parlamento)
Barrio de la Plaka con la Acrópolis al fondo
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